Boina Verde de la Legión.
Ante todo, este texto no pretende alimentar la controversia ni cuestionar las decisiones institucionales sobre los símbolos de la Legión Extranjera. Su propósito es, sobre todo, ser una reflexión histórica y conmemorativa sobre un emblema que, a lo largo de las décadas, ha adquirido un significado simbólico que va mucho más allá de su simple uniforme.
La boina verde es un poderoso símbolo de identidad, tradición y sacrificio. Evocar su historia significa evocar la trayectoria de generaciones de legionarios, tanto franceses como extranjeros, que han contribuido a forjar su leyenda. Por lo tanto, no se trata de juzgar su uso contemporáneo, sino de recordar el profundo significado y los orígenes de este símbolo, forjado a través de las dificultades y el combate.
Que el lector lea estas líneas con respeto por quienes portaron esta boina en el campo de batalla, pero también con comprensión por la evolución natural de una institución vibrante, compuesta por hombres, mujeres y memoria.
He aquí su historia, entre la leyenda, el honor y la controversia.
Louis Perez y Cid
Boina Verde de la Legión:
Una insignia nacida con sangre, por la que se luchó con honor
Por el Teniente Coronel (TE.ER) Antoine Marquet
Negro, azul, amaranto, verde… En la panoplia de boinas militares francesas, cada color cuenta una historia, un arma, una tradición. Pero solo uno cristaliza un mito y controversias que afectan su significado más profundo: la boina verde de la Legión Extranjera.
Un emblema forjado en la adversidad
La épica trayectoria de la boina verde no estuvo exenta de desafíos. Ya en 1949, en Indochina, los legionarios paracaidistas exigieron la boina amaranto, la insignia de los paracaidistas franceses. El alto mando se negó, emitiendo un veto categórico. Fue durante este conflicto, "con el sudor y la sangre" del combate, que la boina verde surgió, casi de contrabando. El 1.er BEP se opuso. Su adopción fue como un parto con fórceps.
No fue hasta 1957 que se generalizó en toda la Legión, y los paracaidistas se distinguían por la famosa insignia de "diestro alado" en lugar de la granada de siete llamas. Símbolo de la élite, siempre se otorgaba con moderación: a jóvenes reclutas sin insignia antes de la concesión del quepis blanco, o a ciertos especialistas de otras ramas en misiones específicas.
En Indochina, los auxiliares que luchaban junto a la Legión solo tenían derecho a una boina blanca. La verde era prerrogativa del legionario.
La controversia contemporánea: ¿quién tiene derecho a la boina sagrada?
Esta historia de sacrificio le confiere a la boina verde un aura casi sagrada. Como resultado, verla en algunas cabezas hoy en día se considera una ofensa para antiguos legionarios, y quizás incluso para legionarios en activo.
¿Qué vemos? Reservistas que nunca sirvieron en un regimiento de la Legión ahora la llevan. Aún más simbólico: una mujer, archivista o conservadora del Museo de la Legión en Aubagne, también la lleva. Aunque cadete y graduada del Ejército, nunca ha entrado en una oficina de reclutamiento ni ha vivido en una "granja" de Castelnaudary, donde se forja, en parte, el alma de un legionario. La pregunta que surge entonces con absoluta agudeza es: ¿se ha convertido esta boina, ganada en el barro del campo de batalla, en un mero accesorio del uniforme, o sigue siendo la marca definitiva de una afiliación única, cimentada por un compromiso inquebrantable y un entrenamiento específico?
¿Por qué la mujer que encarna la memoria de la Legión no debería llevar los atributos de su arma original, en lugar de la insignia más sagrada de una familia en la que no se incorporó ni se formó?
PD: El personal femenino de la SEPP (Sección de Mantenimiento y Plegado de Paracaidistas) asignado al 2.º REP en Calvi proviene de unidades paracaidistas no pertenecientes a la Legión. De uniforme, llevan la boina roja.